Texto para el Comite Nacional de Conservation Textil
Mi fascinación por lo textil no se donde parte en mi historia, si no que forma parte de lo que soy. Siempre me gustó lo textil, los colores, las texturas, los símbolos, las técnicas y las soluciones que aparecen en las distintas culturas.
Hace 7 años un tipo textil me deslumbró y desde entonces he dedicado todas mis energías a investigar y a trabajar con ellos. Se trata de textiles de uso cotidiano que se elaboraron hasta solo un par de generaciones atrás en Chiloé, que por su uso son muy difíciles de ver para quienes no son sus dueños.
Su estado actual de abandono y desaparición, contrastado con su belleza, diversidad de técnicas y riqueza de diseños, me han llevado adentrarme un pasado muy cercano, pero a la vez muy lejano. Hasta hace muy poco, el lugar en donde vivo era muy diferente, un drástico proceso de cambios que comenzó hace pocos años, ha afectado profundamente costumbres y formas de vivir que se mantuvieron por siglos en estas tierras. Mientras el mundo cambiaba de mil formas.
Se trata de textiles que han sido dejados de lado por sus dueños y que en los museos han sido poco visibles, pero a la vez son una resistencia cultural silente, dispuestas a contar mil historias a quienes quieran escucharlas.
En ellos se plasman el paso del tiempo, las distintas influencias que llegan a este lugar tan apartado, historias de vida de generaciones y generaciones de mujeres que vieron en la elaboración de estos tejidos el sustento de familias enteras, la posibilidad de tener una ocupación pagada en tiempos en que los hombres debían emigrar para conseguir trabajo, la oportunidad de que mujeres pudieran de mantenerse independientes en una sociedad tremendamente machista, espacios para desarrollar talentos y expresarse, el traspaso de conocimientos, símbolos y aspiraciones.
Son tejidos que, en gran parte, aun están en manos de sus dueños. Mientras que para algunos son parte del legado familiar, para otros no tienen mayor valor.
Que estos textiles puedan formar parte del patrimonio de Chiloé depende de que sea reconocidos como importantes por sus herederos. A la vez las instituciones deben ayudar a que estos sean visualizados como parte importante de la historia local.
Se trata de una tarea difícil que va en contra del paso del tiempo, que no consta solo de conservar lo material sino de también conservar un tejido vivo de recuerdos e historias que los acompañan, historias que no aparecen en los libros, sino que las tejedoras fueron plasmando en sus tejidos para las nuevas generaciones.
Crear instancias y espacios de memoria textil, que generen el encuentro entre los mismos tejidos, las tejedoras, herederas, creadoras, pensadoras y todos quienes quieran y puedan aportar a mantener el oficio textil de Chiloé conectado con sus raíces y abierto al futuro, puede ser una excelente forma de ayudar a conservar este patrimonio tanto material como inmaterial de Chiloé.
Trinidad Flaño
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